Después de ocho sesiones a cien pavos cada una, el Doctor FREUD dio por finalizado el tratamiento. Arqueó sus anchas cejas, pegó un manotazo sobre la mesa y mirándome fijamente a los ojos sentenció:
– Bueno Harpo, ya puedes levantarte, estás curado.
– ¿Seguro, IL DOCTORE?
– Es evidente… salta a la vista.
– Pues a mí, lo único que me salta en este momento son ochocientos dólares del bolsillo. Y de la vista una lágrima, porque ese dinero era como de la familia. Llevaba tanto tiempo conmigo que ya no recuerdo como lo gané.
– La salud es lo primero, Harpo: ahora ya no tienes carne femenina en la mente… ¿Acaso no percibes una notable mejoría?
– La verdad, percibir, lo que se dice percibir… nada de nada, pero le compro la Chaise-Longue, ¿cuanto quiere por ella?
– Harpo… siempre serás el mismo, no pierdas nunca el sentido del humor… ni ese hilito que ata el fajo de billetes para que vuelvan a tu bolsillo… ¡jejeje! Hoy no te saldrá bien el truco. Quien más quien menos ha visto esta escena en tus películas. Lo siento, Harpo, jejeje… saluda a Groucho de mi parte…
Eso nunca lo entendí, después de cada consulta, IL DOCTORE me hace saludar a GROUCHO, pero mi hermano asegura que no le conoce. No sé, no sé… ¿cuál de los dos será en realidad el padre del psicoanálisis?, pues lo que no logró SIGMUND en ocho sesiones, JULIUS lo consiguió en sólo dos minutos. Me encontraba hace pocos días en pleno recreo fotográfico, admirando las curvas de MARTA, y apareció él, con su puro apagado para ahorrar… se plantó justo a mi lado y graznó:
– ¿Qué es esa especie de sandwich gigante plastificado que tienes sobre tus piernas, Arthur? Vaya, vaya… si es de jamón.
– Es un Ordenador Portátil… ¡palurdo!
– ¡Cielos!, aprendiste un adjetivo nuevo… ¿y qué ordeña?… ¿chicas?
– ¡Venga, hombre!… esto sirve para navegar … y más cosas.
-¿Navegar?… con eso te hundirías sin salir de puerto, ni tan siquiera tiene chimenea… ¿qué cosas son las demás?… ¿sabe hacer hot-dogs, por ejemplo?…¿puede decirme quién ganará la cuarta carrera en Cincinatti?… ¿y esa monada de Jabugo?… ¿quién es?… ¡Preséntamela!
– Cálmate, Julius… siempre pensando en lo mismo… sólo es una foto, nada más… ni la conozco.
– Las fotos no se comen, Arthur, y si son desconocidas… ¡ni olerlas!… puedes ir cambiando la estrategia, así no crecerá más esa barriga… parece que estés embarazado.
– Es que me entra un hambre cuando la veo…
– Claro, claro, pero… ¡mira!, ¿ves esos ochocientos pavos volando?, ¿los reconoces?… Antes eran tuyos, Arthur.
No me extrañaría encontrar algún gen judío en mis antepasados -más bien estoy seguro de ello- quizá sea ese el motivo por el que me dejó contagiado en el ahorro y plenamente convencido en mis partes. Acabé dándole vueltas y más vueltas al flying money… Una posible solución sería cambiar en CARETOS al sexo masculino, así mi temperatura volvería a la normalidad, o sea: 18 grados. ¡Vamos a por ello!… a ver, a ver… ese mismo: SEXMACHINE… ¡Otia, cuántas fotos! Esta parece que promete: AUTO RETRATO… ¡Voilá!, qué majete, buen disfraz para una máquina sexual… tiene cara de… de… vamos a dejarlo… ¡GET-UP-AH!… Recuerdo aquel show de JAMES BROWN en el APOLLO THEATRE de la calle 125 del Harlem newyorkino. Era medianoche del 24 de Octubre de 1.962 y sólo dejaban entrar a gente de color oscuro. Como hombre con recursos, me había pintado la cara con betún. Al entregar el ticket, el portero me miró enojado diciendo:
– ¡Oiga amigo!, esta mano es blanca…
– No es una mano, es un guante… -respondí-.
Hay que tener en cuenta que MICHAEL JACKSON, por aquel entonces, no había empezado el tratamiento con su blanca palidez, aún era un niño sin decapar, así que no lo pude utilizar como ejemplo, pero lo del guante coló y pude deleitarme viendo chillar y contonearse a BROWN durante 40 minutos. Probablemente el bueno de MICHAEL también estaba allí, porque años más tarde comenzó a bailar con el mismo estilo de JAMES BROWN; diría yo que copiaba. El estilo, claro, no el color.
A lo que íbamos, parece que esto funciona, hace 18 minutos que no miro aquello. Ya sabéis a qué me refiero, ¡uff!… ni lo quiero mencionar, por si acaso… ¡Eeeeh!… Harpo, Harpo…. ¡quietas esas manos! ¿Donde vas? ¡Vade retro, Eros lascivo!… Grrrrrrrrrrrrrr… El poder de enfriamiento de SEXMACHINE es evidente, podríamos decir que me ha llevado a la música. Tengo el cerebro como si estuviera dentro del frigorífico, al lado de la carcasa de pollo, y… ¿hay algo menos sensual que una carcasa de pollo?… ¿qué más puedo pedir?
– Pídele a Jim Morrison que te deleite con una canción, Harpo… te la mereces.
Era la voz de OMNIPOWER, en html-quadrafónico, que suena como la megafonía en El Corte Inglés.
– ¡Totus tuus!, Todopoderoso… pero que no cante “Light my fire”.
Por Harpo, desde el más allá.
Texto publicado a finales del siglo XX en la famosa página, allende los mares, de EL CLUB de Menorca en www.go.to/elclub (actualmente gotoelclub.com y/o canalmenorca.com)